Thursday, February 22, 2007

ÉMULOS Y DETRACTORES DE ERASMO KATARINO ESKULAPIO YÉPEZ



ED OI ANCHE SON CHUPAPOLLAS

Las mayoría de los textos sulfurosos que se han escrito en torno a la «cuestión yepezina» no cobran carne de expresión crítica. Frecuentemente son notitas blogueras de bajo perfil, entrecortadas, incompletas y que bordean únicamente en la imprecación bana y vanal; en ellas no se procura revisar y analizar la produccion letrera del batillo como primer vagido para cañonearlo en su persona. Son el resultado del prejuicio y la incapacidad de abordar con seriedad —aunque sea grosera— sus neoescolásticas piruetas mentales. Como si el alma no estuviera unida al cuerpo del mono. Esa manera de criticar a la India María de la literatura tijuanense es competamente arbitraria, por no decir que es débil, confusa y frívola. El atrevimiento no significa conocimento teórico; ya lo decia don Carlos Secondat: «no se puede querer ver una cosa sin desear ver otra.
Antes de que Julio el Sueco y el Charco men pusieran en jaque al Esculapio Yépez, la aversión era afección; quienes se han convertidos hoy en sus detractores ayer eran sus principales chupapitos; una infinidad de insectos blogueros (y no blogueros) prendían incienso cerca de sus piedorros, creyendo que se trataba de un potente genio que iluminaba el oscuro submundo culturoso.
Recuerdo que despuesito de haber sacado a flote en la bogósfera mi primer «Vertedero de cretinadas» [1] respecto a la malahechura protopoética que le servía al HY para levantar el culo ufanándose de chinguetas en el arte de la poetiada, más de cinco güeyes y güeyas —y que supuestamente figuraban como amiguetes del Yépez— enviaron al buzón charquiano respectivos emilios en los poco faltó que anotaran: «Yo tenía razón el HY vale pura verga como poeta, es un pendejete para la escribir poesía» (entre estos doblados aperecía el tal Juan Carlos Reyna y dos tres jainas que antaño le lengüeteaban el escroto. He ahí los encantos de la amistad.
Por su parte, el Yahír de las letras chupapollas, en vez de refutar mis argumentos huyó guareciéndose en su madriguera de apariencias engañosas, y ni siquiera un gemido lanzó.
El Yépez hoy ya no tiembla cuando se dospotrica en contra de su calaca, ¿qué puede causarle hoy a su cretinismo crónico la grosería y la ignorancia?; ¿qué repercusión sicológica pueden acarearle al mamador de becas námberguán los melolengos insultos de una Leidi Bim?; o bien ¿las estultas arengas sin fundamento que postea el señorito Trenza de chet? Barrabasadas que no pasa de ser melcocha verbal, antítesis de aquella palabrería hueca con que antes le hacían honor.
Y esa pasión de mala leche no se ha abandonado, pues guachen de qué manera el temor pueril llega a convertirse en desprecio:

Yo quiero ser un escritor de verdad.
«He leido con asombro el post "Jolette de la literatura" que el Erasmo de la literatura tijuanense, ha escrito en su blog (las similitudes son asombrosas:ambos provienen de una cuna humilde, son unos triunfadores -??- en su campo y ejem, prietos y feos).
EL ESCRITOR (así, con mayúsculas) Heriberto Yepez, ha logrado, con las sabias y verdaderas palabras vertidas en el citado texto, cambiar el erróneo concepto que yo tenía sobre el oficio de ser escritor.
Y pensar que durante tanto tiempo viví en el engaño de considerarme escritor por el simple hecho de saber escribir, y de hecho, sé que corro el riesgo de pecar de arrogante, pero aprendí a escribir desde que era un niño de primaria e incluso pensaba que a esto que estoy haciendo en estos momentos se le llamaba escribir.
!Craso error!, no supe guardar el debido respeto que demanda Yepez para ese oficio que él, en uno de esos alardes de modestia(esa otra forma de la vanidad )tan caracteristicos de su persona, califica de humilde(tan humilde que es imposible contestar a la pregunta de ¿a qué te dedicas?,con un "soy escritor", sin dejar de provocar risas estridentes y pena ajena de quien tuviese la oportunidad de escuchar esto).
Yo, cegado por mi ignorancia, pensaba que el hecho de gastar mi dinero comprando libros y dedicarle tantas horas (si bien no tantas como las que le dedico al desmadre y a la borrachera) a la actividad de leer me daba derecho a opinar sobre estos temas.
Aunque debo de decir no obstante, que si bien he llegado a crearme personalidades tales como: porn star, acaudalado jeque árabe, recaudador de impuestos y valet parking(para chingarme los carros de gente pendeja), jamás me he hecho pasar por escritor.
Mas bien mi sueño de niño, siempre fue ser astronauta, pero mi escasa habilidad para la matematicas y la física y mi miedo a los extraterrestres, han destruido cualquier posibilidad de alcanzar ese sueño.
Es por eso que quisiera pedirle por medio de esta tribuna a Heriberto Yepez, ya que se ha autoerigido en una especie de expendedor de certificados de escritor, que me conceda su venia y aprobación para convertirme en uno de ellos.
Estoy incluso dispuesto a adquirir como él pide, un compromiso con alguna causa(aunque estoy indeciso,no se si adherirme al neozapatismo anti-liberal o al anarquismo-Bakuniano, aunque creo que optaré por hacerme miembro del yunque o algún otro grupo reaccionario de derecha ya que la mayoría de ellos al igual que yo, son guapos, y además suelen tener un chingo de feria, viejas buenas y se visten con trajes de sastre bien chingones).
Debo aclarar que no es una cuestión de ego, con las proezas sexuales que logro en la cama, tengo para tener mi autoestima bien alimentado.
Mas bien se trata de una curiosidad algo insana:
¿Porqué cabrones que se jactan de ser escritores, y haber leido un chingo son capaces de escribir cosas tan evidentemente pendejas y tan ofensivas al sentido común?.
Haz el paro, Yepez, please, que la duda me carcome y atormenta»
[Pedro, 7 de julio de 2005].

El Heriberto Yépez de la artisteada frívola